¿Sabías que en Roma se encuentra uno de los hospitales más antiguos del mundo que hoy conserva su función? - Iglesia universal - COPE

2022-10-11 20:24:10 By : Mr. JACK FENG

El Hospital del Santo Espíritu in Sassia, a escasos metros de la Basílica de San Pedro, es uno de los primeros hospitales de la Europa medieval. Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a si se trata o no del más antiguo del mundo, porque entra en competencia directa con el Hôtel-Dieu, fundado en París por el obispo Landerico el 26 de junio del 651. Desde hace 800 años el hospital del Santo Espíritu in Sassia se dedica casi de forma ininterrumpida a la atención de enfermos.

Habrás tenido la oportunidad de ver el exterior en tus visitas a Roma, pero el acceso a la gran sala interior ha estado cerrado durante los últimos 30 años. Durante la pandemia se dio un fuerte impulso a los trabajos de consolidación y de restauración de los frescos y ventanas. Aunque la conocida como “Le Corsie Sistine”, la gran sala que albergaba a los enfermos continúa cerrada al público, durante los próximos 15 y 16 de octubre podrá visitarse en horario ininterrumpido de 10.00 a 18:00 de la tarde.

Situado en la orilla derecha del Tíber, el hospital ocupa el lugar donde se encontraban los jardines de la casa de Agripina Mayor, mujer de Germánico y madre de Calígula. La historia de su construcción se remonta al año 727, cuando el rey Ina de Sussex funda la "Escuela Saxonum" (de donde se deriva la palabra Sassia), una construcción fortificada cerca de la basílica de San Pedro. Este Rey abdicó para peregrinar a Roma junto a su mujer, ciudad en la que ambos fallecieron, pero le dio tiempo suficiente para crear un centro de acogida a los viajeros que acudían a Roma para visitar la tumba del apóstol San Pedro.

El complejo fue destruido tras un ataque de Federico I Barbarroja, pero se reconstruyó durante el pontificado de Inocencio III, en el año 1198, fruto de un terrible sueño. Cuentan que durante una pesadilla el papa soñó que unos pescadores le traían cadáveres de recién nacidos ahogados en el Tíber, donde sus familias los tiraban por no podernos alimentar. Inocencio III, espantado por el recuerdo del sueño, dedicó todos sus esfuerzos a la reconstrucción del hospital, que transformó en hospicio bajo la dirección de Guido de Montpellier, posiblemente el más experimentado de la época, puesto que había fundado en Francia la Orden Hospitalaria del Espíritu Santo, formada exclusivamente por hombres laicos. Fue el quien eligió la advocación del Espírito Santo y el símbolo de la doble cruz. El arquitecto escogido para reconstruir el edificio fue Marchionne d'Arezzo.

En un primer momento el hospital se llamó de Santa María en Sassia, pero con el tiempo acabó asumiendo el título de la Orden Hospitalaria que lo administraba.

En 1414 el hospital suspendió temporalmente la asistencia a los enfermos y un violento incendio lo dejó en ruinas, por lo que Sixto IV acometió la definitiva reconstrucción del complejo en 1473 para adecuarlo a las necesidades de los enfermos de la época. Los arquitectos Baccio Pontelli y Giovanni de Gherarducci decidieron dotarlo de techos altos con amplias ventanas para que pudiera ventilarse dada la habitual masificación de las instalaciones.

El nuevo edificio está formado por dos grandes salas, que son en realidad un único gran salón de 120 metros de largo por 13 de ancho rematado por una torre octogonal. Las dos grandes salas recibieron el nombre de Landisi y Baglivi en honor de dos médicos que trabajaban allí.

Dividiendo las dos salas del hospital se construyó, justo en el centro, un campanario octogonal. Bajo su cúpula se instaló un órgano para que su sonido llegara hasta la última cama. El objetivo era terapéutico, para que contribuyera a la recuperación de los enfermos.

En las paredes se puede admirar una larguísima serie de frescos pintados en 1478 por discípulos de Ghirlandaio, Pinturicchio, Antoniazzo Romano y Melozzo entre otros que representan la historia del hospital y episodios de la vida de los papas Inocencio III y de la vida de Francesco della Rovere hasta que se convirtió en el Pontífice Sixto IV.

En el exterior del complejo se conserva una especie de torno que se instaló para que de forma anónima las madres abandonaran a los niños que no podían criar.

En esta gran sala del hospital las camas estaban dispuestas en largas filas de forma que quedara espacio suficiente en el centro a modo de amplio pasillo. Lo habitual es que cada cama estuviera compartida por varios enfermos, por lo que la posibilidad de contagio era muy alta y los fallecimientos también.

Los techos eran altos, precisamente para favorecer la ventilación. Los frescos se encontraban a una altura suficiente para que los enfermos pudieran contemplarlos. En el centro de la sala se situó un altar donde se celebraba Misa para que también pudiera ser visto desde todos los rincones.

Los hospitalizados, en su mayoría personas muy pobres estaban separados por sexos, y si era posible se les distribuía según sus necesidades. A finales de la Edad Media, el número de camas era 300, mientras que el de enfermos se elevaba al doble, lo que suponía una ocupación de casi tres pacientes por cama.

Dada la escasez de cuidados básicos con que se contaba en la época, a los enfermos que acudían, en su mayoría moribundos, lo único que se les podía ofrecer era escasa comida caliente y un lugar al resguardo del frío.

Desde entonces hasta nuestros días se han sucedido destrucciones, saqueos y derribos, pero a pesar de todo se ha conseguido mantener en pie este imponente Complejo Monumental del Santo Espirito en Sassia. En una de las 4 galerías que alberga en su interior se conserva un curioso reloj barroco de 1827 con forma de capelo cardenalicio y una sola manecilla para sus seis horas, además del hospital actual, el palacio del Comendador, las oficinas de la administración y el Museo histórico Nacional del Arte Sanitario inaugurado en el año 1933. Aunque el interior es bellísimo, los portales son auténticas obras de arte, en especial la puerta del Paraíso, de Andrea Bregno, que da acceso al ala sixtina.

Como curiosidad, entre los huéspedes ocasionales del hospital estuvo Leonardo da Vinci realizando estudios de anatomía y Martin Lutero, que dedicó grandes alabanzas al trabajo que ahí se realizaba con enfermos. Probablemente lo único que le gustó de Roma.

Para enriquecer aún más este verdadero patrimonio histórico, en 1959 se descubrieron los restos de la Villa de Agripina la Mayor con paredes de mampostería romana, suelos de mosaico, mármol tallado y algún resto de frescos.

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