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2022-10-10 09:27:19 By : Mr. baron zhu

Pasado y presente de Lyon. Foto Krom Galerie – Turismo de Lyon

Desde la colina de Fourvière se puede ver, con calma, el tejido urbano de Lyon que se extiende como puede entre las sierras y atravesada por los ríos Saona y Ródano.

Esta era la antigua capital de las Galias y ahora es la moderna meca de la gastronomía francesa (lo cual es mucho decir); una ciudad tejida por la luz y con un importante pasado de industrias textiles que han enhebrado barrios y calles que han quedado detenidas en el tiempo.

Quizás no alcance un fin de semana para conocer todo lo que ofrece esta ciudad, la tercera en Francia por tamaño y población tras París y Marsella.

Pero podemos elegir siete paseos imprescindibles para que, al menos, podamos atrapar su espíritu; si seguimos estas sugerencias de Galo Martín Aparicio en Guiarama Compact (Anaya Touring)

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Lo que hoy es Lyon hace dos milenios atrás era Lugdunum, la ciudad más importante de aquellas Galias que Julio César terminó de conquistar. Fundada en el 43 a.C., su pasado pervive en sitios como los que se encuentran en la falda oriental del cerro Fourvière.

Allí están, en un excelente estado de conservación, el Gran Teatro y el Odeón, que durante siglos habían sido quedado abandonados en la maleza.

El Gran Teatro romano de la antigua Lugdunum tenía una capacidad de 10.000 espectadores

Con 108 metros de diámetro, el Gran Teatro podía albergar 10.000 espectadores (más que muchas modernas salas actuales), mientras que el Odeón no llegaba a las 3.000 personas; aunque hay que tener en cuenta que este último tipo de espacios no eran muy frecuentes en las regiones occidentales del Imperio.

Cerca está el Museo de Lugdunum y de los Teatros Romanos, que complementan la inmersión histórica.

En el viejo Lyon hay puertas de madera que protegen unos angostos pasillos que cruzan las manzanas de lado a lado. Los vecinos los conocen, los turistas los buscan y no siempre aciertan a dar con ellos, como una divertida gimcana urbana e histórica.

Son los traboules, pasadizos originalmente creados para que fluya el agua hacia el Saona, luego usados para agilizar el transporte de mercaderías, y en épocas como la II Guerra Mundial, como vías de escape para refugiados y miembros de la Resistencia.

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Hay como 400 de ellos, pero entre los más importantes están el de la Torre Rosa, el del Cour des Voraces o el Lounge traboule, el más largo de todos, que atraviesa cinco patios y túneles debajo de cuatro edificios.

Desde la Edad Media hasta el siglo XIX el barrio que trepa por la colina de la Croix-Rousse estaba lleno de talleres que elaboraban tejidos de seda, con hilos de oro y plata con gran maestría, objeto de devoción de reyes y otros nobles franceses.

A principios del s.XIX había más de 25.000 personas dedicadas a la industria textil, entre telares y sofisticados artesanos de la seda y los hilos de oro y plata

Para conocer su historia y la compleja artesanía de los tejidos se sugiere visitar la Casa de los Canuts, donde se puede ver cómo funcionaban un telar de los siglos XVII y otro del XIX, así como diversas herramientas que ayudaban en la confección textil.

También se ve cómo vivía una familia dedicada a esta industria, que residía en el taller, y de qué manera estos obreros fueron unos de los primeros en promover los cambios sociales y laborales en la Francia de 1830.

Salimos de los barrios viejos para llegar a la península donde se unen el Ródano y el Saona. Con poca originalidad se lo bautizó como La Confluence, donde se encontraba el antiguo puerto fluvial de Rambaud.

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Estos depósitos abandonados resucitaron como polo cultural, de ocio y gastronómico, a los que se sumaron nuevos edificios como el Instituto de Innovación y Estrategias Arquitectónicas de La Confluence, y modernas construcciones como el Darkpoint o la sede de Euronews, que parece una gigantesca manzana verde cuadrada.

Bicicletas, patinetes, skates y mucha gente joven da una identidad dinámica a este renovado barrio de Lyon.

Hay dos grandes razones para subir a la basílica de Nuestra Señora de Fourvière: contemplar las panorámicas que hay en la cima de este cerro y descubrir la fastuosa decoración interior del templo, que combina estilos bizantino, gótico y románico; aunque se ha construido en el último tercio del s.XIX.

Se puede subir en teleférico, pero es recomendado -si las piernas resisten- hacerlo por un sendero ajardinado con acacias, pinos, alerces y tilos.

Las mejores vistas de Lyon se atrapan junto a la basílica de Nuestra Señora de Fourvière

Además, en el camino se pueden hacer paradas para conocer el renacentista edificio Gadagne, sede del Museo de Lyon y el de Marionetas.

Sus cuatro torres de 48 metros son uno de los símbolos de la ciudad, con su color blanco del mármol de Carrara y otros ricos revestimientos exteriores.

Lyon es la cuna del cine, pero no francés sino mundial, porque en el barrio de Montplaisir se encontraba la compañía del padre de Auguste y Louis Lumière, que fue escenario de la primera película de la historia, Los obreros saliendo de la fábrica, de 1895.

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La residencia familiar de estilo art-nouveau y parte de la antigua fábrica ahora alojan el Museo Lumière, un recorrido por la historia del cine y de los dos hermanos que pasaron a la historia al crear el cinematógrafo; junto con otros inventos como la linterna mágica o el kinetoscopio.

La exposición permanente se extiende al campo de la fotografía y su evolución (recordemos que en 1903 Louis patentó las placas autocromas, antecesoras de las películas a color).

Decíamos que Lyon es la capital de la gastronomía francesa, pero si se visita esta ciudad, hay que probar los platos de los bouchons, como se conoce a los restaurantes que hacen de la cocina regional una religión.

21 restaurantes de la ciudad tienen el sello de Bouchons Lyonnais, que garantizan la vigencia de la cocina tradicional

Aunque muchos se promocionen como Bouchons Lyonnais solo hay 21 restaurantes que tienen el sello que garantiza el uso de productos de proximidad y como elaboradores de platos como el mâchon (similares a los callos), la tablier de sapeur (tripa rebozada), la andouillete (ternera picada y cocida), las quenelles (croquetas de cangrejo de río) o el cervelle de canut (queso semicurado con hierbas aromáticas).

Son fáciles de identificar con sus manteles a cuadros y los menús apuntados en pizarras, pero cabe advertir que son porciones abundantes, como siempre se han servido en las familias de esta ciudad llamada Lyon.

Juan Pedro Chuet-Missé es redactor de Cerodosbé/Tendencias desde 2017, y del Grupo Economía Digital desde 2015. Especialista en destinos fuera de lo común, cultura, estilo de vida, viajes y todas aquellas historias que vale la pena contar.

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