Cómo decorar la mesa para las cenas de verano

2022-10-15 21:23:59 By : Ms. Angela Her

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¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? David Linden, autor de El compás del placer decía en una entrevista a la BBC que “algunas cosas nos gustan porque estamos programados para ello, como consumir alimentos, tomar agua y tener relaciones sexuales. En cambio, hay otras cosas que aprendemos a disfrutar”. Lo primero respondería a algo químico y lo segundo, más a la experiencia individual. Los psicólogos coinciden en que existe un tercer factor que determina nuestras pasiones y que tiene que ver con nuestro entorno.

Se conoce como efecto de la mera exposición y sirve para explicar el hecho de que las cosas tiendan a gustarnos más cuanto más expuestos estamos a ellas. Piénsalo, ¿qué música escuchaban tus padres cuando viajabáis en coche? ¿Cuál era la receta estrella de la cena de los domingos en familia? ¿Son cosas que te siguen gustando todavía? Quizá en tu caso esa herencia se ha manifestado más en una pasión por un tipo de cine, un paisaje o un deporte. Ya que os hablo en primera persona, puedo confesar que varias de mis aficiones y filias refuerzan esta teoría.

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No las voy a mencionar todas. No habéis venido hasta aquí para eso. A este artículo habéis entrado para leer sobre el arte de poner la mesa y precisamente con un libro que llevaba ese título y que rondaba por casa empezó mi fijación por las mesas bien decoradas. De esa lectura, estas líneas, porque he recopilado algunas de las enseñanzas e ideas de decoración de ese clásico para que te inicies en el bello arte de hacer que tu mesa deslumbre.

No sé si fue idea de alguien o es una regla no escrita que flota en el ambiente, pero más allá de ocasiones especiales, domingos y fiestas de guardar, las ganas de vestir la mesa suelen terminar en el desván del mismo modo que lo hacen los adornos del árbol. Craso error. Soy una firme defensora de sacar todo el arsenal decorativo en cualquier situación, independientemente de si es un clásico desayuno en familia, una cena a dos con nuestra compañera de piso o una improvisada reunión con amigos que solo venían a ver tu nuevo ficus y terminan quedándose a un tentempié y lo que surja. Cualquier excusa es buena porque lo mejor para dominar el arte de poner la mesa es jugar, probar, experimentar… y eso solo te lo da la versatilidad de planes.

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Como punto de partida define cuántos seréis y en qué tipo de mesa vais a comer. Esa será tu área de montaje, tu lienzo e importa más de lo que crees porque no es lo mismo hacerlo en el comedor que disponerlo todo a modo buffet o sentarse en torno a la mesita de café. Debes tener claro también el estilo que te gustaría darle. Esto puede ser con un toque rústico, un estilo vintage o incluso una mesa ecléctica en la que combines el mantel de rayas con volante que acabas de comprar en Amuse La Bouche -favorito ahora mismo- con los platos que cazaste en una feria de antigüedades. Todo cabe.

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Al igual que ocurre con la decoración del resto del hogar, la mesa no es ajena a las tendencias y es inevitable que si el estilo japandi ha invadido todas las estancias de tu casa, también trate de colarse en tu mesa. Acéptalo, por supuesto, pero sobre todo como inspiración.

¿Cosas que no te puedes perder ahora mismo? Los manteles pintados o bordados de forma que reproducen la silueta de platos y vasos, cualquier objeto -personalmente me he rendido a las cucharas de Vasseille Boutique, lo confieso-, con estampado damero, mezclar colores muy vivos y/o estampados sin miedo y elegir un plato distinto para cada comensal haciendo de tu mesa un auténtico festival. Ah, todo lo que sea de motivos florales o con animales también es un must.

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Ahora bien, siempre hay que tener un básico porque lo peor que te puede pasar cuando quieres invitar a alguien a cenar y montar la mesa para la ocasión es que te falten platos, los cubiertos estén desparejados y las servilletas que querías usar justo hoy no te estén esperando limpias en su cajón. Entonces empiezan las compras y mezclas de última hora.

Para evitarlo, haz una lista de objetos imprescindibles que debe incluir más servicios de los comensales habituales en tu hogar -por si tus invitados os doblan en número o por si es necesario cambiar de plato entre primero y segundo-, vasos y copas -porque todavía no hemos conocido al que le guste el agua mezclada con vino-, un par de manteles -aunque las mesas sin mantel también funcionan, pero esto es algo que da para una segunda entrega- y recipientes para servir la comida de formas y tamaños diversos. En mi wishlist está el set de tres bowls de Les Eines para llevar las cositas del aperitivo con orden y concierto.

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Procura también que ese acopio de objetos para la mesa incluya algún “aderezo” en forma de flores todoterreno, velas acogedoras o posavasos coloridos que te puedan sacar de un apuro decorativo. Y si te falta algo, mira con detalle a tu alrededor, quizá tienes por ahí olvidados unas botellas de vino que puedan hacer las veces de jarrón.

Y, aviso a navegantes, el concepto fondo de armario no se traduce únicamente en una vajilla en blanco nuclear. Puedes arriesgar un poco más. Las de Guayaba Studio, en tonos pastel y hechas a mano, encajan perfectamente en la definición.

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Memoriza bien estos dos conceptos porque son lo que van a guiarte en tu camino para vestir la mesa perfecta. El primero hace referencia a tu lienzo y a que, una vez tengas claro qué estilo y vajilla usar, empieces colocando lo que va a estar en posición central. Puede ser un camino de flores o un sencillo centro de mesa que combine frutas y verduras de esta temporada. La cuestión es que una vez situado, vayas completando el resto de la mesa con copas, cubiertos, vasos. Y aquí entra en juego la segunda premisa: nunca sacrifiques nada que sea útil y necesario y esto incluye, también, el espacio para comer. No queremos chocar codos, derribar candelabros ni sortear geranios.

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Es una palabra que suele vincularse con rigidez, normas y poca espontaneidad, pero la realidad es que cuando hablamos de una mesa que cumpla con las normas que marca el protocolo lo único en lo que queremos es que tengáis en cuenta la organización básica de vajilla, cubiertos -lo que suele dar más miedo- y cristalería.  

Fíjate en cómo lo hace Emily de Porche&Co y reprodúcelo en casa. Para no sufrir más con los cubiertos, memoriza: el tenedor va siempre a la izquierda del plato y el cuchillo y la cuchara a la derecha; se colocan en orden inverso a su secuencia de uso. El resto, siéntete libre de colocarlo cómo surja y si algo de lo que te he contado hasta ahora no puede ser… También está bien, ¡relájate, sé flexible y disfruta!

Cada estación del año tiene un estilo de vajillas que le quedan como anillo al dedo. Por ejemplo, las vajillas de inspiración marinera son sinonimo de verano y frescura, mientras que en otoño las vajillas se tiñen de tonos verdes y anaranjados. 

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