Estambul: características de la Cisterna Basílica o Yerebatan - Viajar - Vida - ELTIEMPO.COM

2022-10-08 17:48:38 By : Mr. Jeff Xu

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La Cisterna Basílica es una de las joyas de Estambul, construida bajo el imperio de Justiano I.

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A unos cien metros de Santa Sofía, la catedral que luego fue mezquita y hoy es un museo en Estambul, se encuentra un destino turístico que no está a la vista de nadie. Es necesario bajar 52 peldaños de escalera de piedra para encontrarse con una antigua cisterna de 1.500 años de historia que antes fue basílica y hoy es un imperdible para quienes visitan la capital turca.

Desde diciembre de 2016, la Cisterna Basílica o Yerebatan, los dos nombres con los que es conocida, estuvo sometida a restauraciones, puntualmente en la Piedra de Milion y la balanza de agua, así como a la transformación del depósito de agua en un refugio subterráneo de luz y sonido.

Hoy, este místico lugar está de nuevo abierto para locales y extranjeros interesados en la historia, la arquitectura, la belleza y el cine. Este recinto, considerado un jardín de columnas, se hizo famoso por su aparición en películas como James Bond: Desde Rusia con amor (1963) o Inferno (2016), basada en el libro de Dan Brown que lleva el mismo nombre y cuyo final es desarrollado allí.

Hasta para los curiosos de la mitología griega, la Cisterna Basílica ofrece un atractivo: dos figuras talladas de Medusa, la mujer con serpientes por cabello que convertía en piedra a quien la mirara fijamente a los ojos. (Lea también: Conozca los 10 lugares más fotografiados del mundo)

La Cisterna Basílica hizo parte de una red de 100 depósitos de agua de los que su construcción fue iniciada por los romanos y terminada por los bizantinos y otomanos para proveer de agua a la ciudad y los palacios. Tomó el nombre de basílica porque antes de cisterna sirvió de templo en el mismo emplazamiento donde se encuentra.

Esta red de cisternas respondió a una necesidad del siglo VI en la entonces Constantinopla. Por el riesgo de asedio y por el temor a que el Acueducto de Valente terminara destruido por invasores, el emperador Justiniano I ordenó su edificación. Eso sí, la Cisterna Basílica estaría destinada a ser la fuente de abastecimiento del Palacio Real y de su entorno.

A Justiniano I se lo recuerda como el emperador que buscó revivir y recuperar la grandeza del Imperio romano clásico, y a su nombre también quedaron consignadas otras obras como la Catedral de Santa Sofía, templo ortodoxo hasta 1453.

Entre 527 y 565 se llevó a cabo la construcción de la Cisterna Basílica, de 138 por 65 metros, y se dice que con una capacidad de almacenar más de 80.000 metros cúbicos de agua (más de 20 piscinas olímpicas). Sus 336 columnas de mármol, distribuidas en 12 hileras, forman un jardín de estas estructuras que combinan los estilos jónico, dórico y corintio, siendo este último el predominante. Entre cada pilar, de casi nueve metros de altura, hay una distancia exacta de 4,8 metros.

No solo son sus columnas su mayor atractivo artístico y arquitectónico. Las dos Medusas que cuenta la cisterna suman a la mística del lugar. Los rostros son el apoyo de base de dos columnas. Uno de estos está cabeza abajo, y la leyenda dice que fue dispuesto así para que la mujer mitológica no convierta en piedra a quien la observe. (Le puede interesar: Airbnb: estos son los diez alojamientos más impresionantes del mundo)

La Basílica de Yerebatan, como también fue bautizada, dejó de cumplir su función tras el asentamiento de los otomanos (1453) en Estambul por su creencia islámica de que el agua que no fluye no es limpia. No obstante, por un tiempo el agua de la cisterna siguió regando los jardines del Palacio de Topkapi.

Aunque descubrimiento es un decir, Petrus Gyllus (una información lo referencia como francés, y otra como neerlandés), entre 1545 y 1550 dejó por escrito en su diario de viajes los pozos que encontró en los sótanos de algunas casas de estambulenses. Se enteró de estos por los rumores de extracción de agua, incluso de peces, del subsuelo de las viviendas.

En el diario quedó consignada la evidencia de la construcción de una red de cisternas de origen romano y de una especialmente particular por su estructura interna de columnas. Antes de 1980 se podía pasear en bote por la cisterna, luego de esa fecha, cuando se dragó el agua, sus visitantes pueden caminar por una pasarela que está casi a la altura del agua.

Por el miedo de una posible implosión de la Cisterna Basílica y de una mínima sacudida que podría causar un sismo , en 2017 las autoridades de Estambul cerraron parcialmente el sitio para reforzar su estructura y aprovechar para restaurarlo. Tras la pandemia de covid-19, en 2020, clausuraron la obra completa.

Queríamos una instalación de luces que no le quitara nada a la atmósfera mística del palacio

El cierre permitió reforzar los trabajos y hacer limpieza del palacio acuático, como explicó Aysen Kaya, subjefa del departamento de patrimonio histórico de Estambul. Entre los arreglos se cuentan la instalación de varas de acero en las cornisas de las 336 columnas y el raspado de las paredes de cemento que dejó expuesto el ladrillo y dos tubos. Uno llevaba agua a Aya Sofía, y el otro a un palacio que existía antes de que los sultanes construyeran el harén Topkapi al lado. (Lea además: Buenos Aires: planes para conocer la capital de Argentina en 48 horas)

La renovación también eliminó un puente peatonal para turistas ubicado a 1,6 metros sobre el suelo, lo que permite a los visitantes acercarse a medio metro del agua. Además de los cambios estructurales, la basílica fue impregnada de una sensación mística, casi espiritual, a través de un juego de luces estroboscópicas que cambian la perspectiva de las personas y revelan nuevos detalles.

Igualmente una de las famosas cabezas de Medusa ahora luce más vívida y aterradora, y en el corazón de la estructura, representando el arte y las técnicas del momento, se insertaron obras contemporáneas para dar mayor efecto, como una mano que emerge del agua.

Una medusa translúcida, moderna, parece danzar entre las columnas, por el arco iris de colores que iluminan la sala oscura con un suave resplandor. “Queríamos una instalación de luces que no le quitara nada a la atmósfera mística del palacio”, explicó Kaya. Y lo lograron: “Nunca antes vi un sitio así, y vivirá conmigo por mucho tiempo”, comentó Nick Alatti, un turista británico de 40 años.

REDACCIÓN DOMINGO (*) (*) Con información de AFP.

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